Versión
libre de Nahuel Ceró
A mi
compañera Karina Elizabeth
A las viñas fui llevada
porque por investidura
de soles inmerecidos
de uvas soy heredera.
Noche de luna cabría
púa esas vastedades.
¿A caso no bebe, ameno,
de su fermento mi amado?
Abre las puertas del sol
que me tienes pronunciada.
La luz desanda la luz
por medrar lo que ha callado.
El sol aró en mi cuerpo
melodías que la luna
por intrigas de la luz
dejó notas cauteladas.
Tus manos deducen ecos
que me tienen cortejado
como si yo mismo fuera
los ecos de su cuidado.
Que lo lejos se me apague
si yo finjo una palabra
por callar lo que desdicen
tus labios cuando los beso.
Mandrágora de los besos
son los besos de tú boca.
¿A caso saben tus besos
lo que no se de mi mismo?
No se nada de tus besos.
Enséñame sus cuidados
*
* *.
Recios jinetes horadan
vientos
de la desmemoria.
Su
capitán ha perdido
en
sus espejos sus galas.
Su
mujer llora en el lecho
del
rey que trucó su suerte.
Pero
el rey tiembla en el frio
del
cuerpo que le regaña
soles
de luz sosegada,
lunas
sin empuñaduras.
Mil
mujeres desveladas
en
sueños de mil eunucos
besan
sombras lisonjeras
e hijos que no las ven.
No
son hijas de Sulám.
Que
Sulám tiene una lágrima
cuyo
pastor se demora
como
arco de sus ojos.
La
niña virgen susurra
el
nombre que nadie sabe,
pero
su nombre es leyenda
que
se modula en silencio.
Sulamita
tiene un miedo
de
cascos de doble llaga.
Otros
cascos debilitan
su
propiedad y su aroma.
El
rey mandó sus regalos,
su
recado, sus soldados.
Ella
tirita en los brazos
de
su pastor consolado.
*
* *
Que arda la noche a cuenta
de
sus caderas fragantes.
Asas
de viento, Sulám,
rompe
el velo de una lágrima.
Enero
comba los duendes
de
las cítaras del éxodo.
El
templo de Salomón
arde
con cien mil antorchas,
sangra
con cien mil arpegios,
sueña
con un sueño insomnio.
*
* *
Jadeos son del Jordán
los
cielos de tus delicias.
Las
noches juegan a ser
espigas
del albedrío.
Átame
con tus caricias
a
la soledad del búho.
¿Lo
dices por los recaudos
de
luces de tu cintura?
Soles de racimos nuevos
se
pronuncian en tu ombligo.
Es
la noche que ha tomado
mi
vientre por encordaje .
Vierte
tu vino en mis labios
para
que a mi vientre llegue
el
arca de tus deseos
cpon
dunas por contingencia.
Cielo
de corderos tenues
redime
la madrugada.
Duerme
y despierta en mis sueños,
amor,
inculpable mía.
*
* *
Lobos de fauces bermejas
escardan
la madrugada.
Solazos
de dos edades
deshacen
esa distancia.
Noches
de lunas cabrías
púan
esas vastedades
en
donde caza recuerdos
al
rey de las mil mujeres.
*
* *
La reina de Saba vino
con
su cortejo infinito,
piedras
preciosas de oriente,
especias, oro y mirra
mentaba
su caravana.
Su
rostro mana un remanso
de
luces incandescentes.
Balquis,
la reina de Saba,
se
marchó múltiple y sola,
con
tamboriles y citaras
en
manos de sus demonios.
*
* *
Cuando mi madre me trajo
a
las viñas de la vida
dejó
caer en los surcos
de
su dolor nuevos sueños.
Acaso
eres ensueño
de
sueños fertilizados
por
lágrimas del que ora
con
su cuerpo por altar.
Dulcificas
lo que piensas
con
palabras que son gratas
como
tumbas donde duermen
los
padres de nuestros padres.
Dulcifican
mis palabras
las
especias de tus labios.
ni
Salomón en sus ritos
desperdiga
tanto aroma.
Mira,
el sol se repone
de
sueños equivocados.
Bosteza
pueblos errantes
y
senderos minuciosos.
No
son pueblos ni senderos.
Son
tus ojos que los crean.
* * *
El rey amante se ha puesto
de
hinojos ante sus espejos
mientras
socaba en sus sueños
los
sueños de Sulamita.
El
rey yace en su aposento
como
un anillo de lirios.
Tiene
sueño y no se duerme.
Se
duerme y sueña con ella,
despierta
y teme a la muerte
y
dicta un proverbio al miedo.
Despierta
y toca en el arpa
su
soledad de salmuera.
Cavila,
insomnes, su boca
árida
de vinos agrios.
Rumia
su harén como el pueblo
la
soledad del insomne.
El
rey amante se duerme
y
se maldice por ella.
*
* *
Beso tu cuerpo y mis labios
esconden
el manzanero
en
donde la culpa lava
la
copa de sus edades.
Amor,
dame de tus senos
uvas
que son la memoria
de
los hijos que regresan
por
los senderos del habla.
Ay,
amor, me duele un sueño
que
te convido en la noche
de
la que soy la que hace
servidumbre
del silencio.
Es
sílaba de arena
este
amor enamorado.
Si
me da la lobería
de
tu cuerpo en cada cosa
yo
sería su arenaria,
su
prontitud, su lobato.
Te
beso y me voy conmigo
a
besar lo que me debes.
Eres
el lirio que pace
en
mis labios cuando duermo.
No
te culpes de mis labios,
inculpable
y siempre mio.
Yo
te amo en cada culpa
que
desoyes cuando callas.
La
noche, mi amor, la noche
se
hizo mito de tu carne.
Calla,
que la noche aduenda
lo
mejor de lo callado.
*
* *
Fermento de luna llena
hace
lirios en los prados.
Diapasón
de dos edades
el
delta, como si fuera
lobo
de las soledades
lámese
su galladura.
Mil
mujeres se demoran
en
el nombre de la niña.
Moneda
que bien pudiera
ser
anillos clandestinos
apuestan
a que Sulám
será
siembra de puñales.
*
* *
La niña besa las lunas
de
la boca del amante.
Sus
corderos son señuelos
para
esquivar la distancia.
Soldados
desmoronados
en
los sueños de Sulám
escarban
casa por casa,
degüellan
sombras calladas.
*
* *
No es reina de Sulám
ni
concubina del rey.
Su
cuerpo es cocotero
en
donde recios promueven
morenos
dátiles nuevos
esencias
para el amante.
Son
tórtolas que germinan
llenas
de sol y de lunas.
La
noche perdió su enjambre
en
esa nomenclatura.
*
* *
Ponme como un sello, amado
sobre
tu corazón. Ponme
como
el sello del esclavo
sobre
tus brazos. Aún
mi
libertad es esquiva
y
en exódo se suceden
esquirlas
de gallos calvos.
Ay,
amor, amado mío,
que
tu luz quiera medirme
con
vara de medio día
en
lo alto de la noche.
Que
nadie quiera comprarme
a
expensas de tu extravío.
Este
portento, este amor
es
mas fuerte que la muerte.
Llaman
en la noche avara
noche
de sutil desidia,
leva
de lobos que ocultan
intrigas
de mozos prietos.
Bocas
de lobos que pacen
en
su paladar la noche.
Una
caravana blanca
es
la luna y tiene miedo
de
las lanzas que pronuncian
discursos
a las estrellas.
*
* *
Nuestra hermanita menor
de
quien somos sus pastores,
nuestra
hermana se demora
y
ya somos sus esclavos.
¿Qué
haremos de nuestra hermana?
Donde
ha dejado su túnica
siete
aromas, siete tribus
la
defiende de sí misma,
y
una saga de puñales
al
rojo vivo la siguen.
Que
no la quieran ardiente
y
que nadie paste el signo
de
sus candelas. Que late
a
la sombra de sus faldas
Sulám
en un solo pulso.
Hay
honderos clandestinos
con
sus piedras maceradas,
con
sus corderos dispersos
y
buhós en la mirada.
*
* *
Si te matan moriré
de
tus heridas.
Mi cuerpo
es
de cedro convidado
de
cielos que nadie guarda.
Si
me matan, mis heridas
dirán
tu nombre.
Mi nombre
es
una casa de arena.
Los
vientos dispersarán
sus
espejos y sus leños.
Lirios
de las otredades
son
nombres en los que vamos
como
en un ave, cautivos,
como
en la lluvia, resueltos.
Mi
amor se demora en mí
para
ser mas disoluto.
Mi
amor es lenguas y todo
lo
que al callar, enriquece.
Te
amo de un modo aleve
como
aquellos que saben
que
morirán por intrigas
la
noche de sus amores.
Yo
no se por qué te quiero
y
si te quiero te quiero
a
mi modo y sin intrigas
como
un puñal cautelado.
Que
yo fuera presumida
como
lirios de los campos
sólo
por ser lo que soy
en
la siembra de tus dados...
No
lo digas. Mi razón
es
red que acude a vigilias
por
tomar la desmedida
de
la noche de tus ojos.
Estoy
enferma de amor.
Y
yo sano de tu amor,
a
meno que mi remedio
mude
de cuerpo y estado.
Estoy
enfermo de mí
y
de todas mis distancias.
Hay
un rio que me intriga
y
otro que me delata.
Estoy
enferma de mí
y
de todas mis edades.
*
* *
Zurea mi corazón
como
la flecha lanzada
desde
todas las edades
a
la edad que las encorda.
Sigilo
de luz adrede
cunde
por la melodía
que
se quiere a tu medida
y
que se pliega en tu túnica.
Sigilo
de sueños parcos
con
gallos por entenados
espían
las lameduras
de
sol en tu cabellera.
Tómame
que soy austera
como
una rama en su encaje.
Soy
la copa que trocara
el
río por su distancia.
Tómame,
ahora, amado
como
flor ensortijada.
Nadie
trucó sus anillos
en
la flor de mis edades.
Vístame
tu desnudez
en
la desnudez del prado.
Otros
concedan victorias
a
las victorias del mar,
otros
hagan del desierto
la
plenitud de sus días,
otros concedan
amores
en
la Cueva de Adulám.
Átame
con tus caricias.
átame,
toma la deuda
que
me tienes prometida.
Ningún
viñedo desata
tanto
fermento en su llaga.
Dado
o copa convalidan
noches
y días cumplidos.
Me
bebo el haber cebado
lo
convenido en tus labios.
Estoy
enferma de amor
desde
todas mis edades.
Ya
no tengo corazón,
ni
tengo con qué nombrarte.
El
sol me da su sentido
como
a las viñas su aroma,
pero
un fermento de mar
llenan
mi vientre de lágrimas.
Te
quiere mi corazón
sitiado
de tus amores.
*
* *
Un pastor no lanza dados
ni
días que los debiten.
Déjame
dormir el sueño
que
despiertan tus pisadas.
*
* *
Que no la miren ahora.
Todavía
no pronuncia
vendimia
que oferte mosto.
¿Pero
qué haremos con ella,
mañana,
cuando su tórtolas
con
hilos de oro cauto
las
guíen por la vigilia?
¿Qué
haremos si se la pide
por
esposa a nuestra niña?
Es
una niña y por niña
no
la desposéis ahora.
Hato
gemelos sus dientes
nadie
templó con su aliento.
Velos
de asombros, velos
del
santísimo, sus párpados,
se
levantan como alas
por
ver pasar al amante.
Pero
no la desposéis,
es
una niña y por niña
sus
corderos se despeñan,
sus
hermanos se conjuran.
*
* *
Un cielo de doble fondo
toma
buhós por pilotes.
otros
cielos multiplican
en
mis muslos sus relámpagos.
*
* *
Tengo u
puñal lacerado
de
labios que van conmigo
a
cicatrizar tardías
acometidas
bermejas.
Tus
palabras me dan dos
o
tres nuevos firmamentos…
Las
zorras, las mas pequeñas,
hacen
nido en mis vendimias.
¿Qué
más para hacer la piedra
que
sabe su contingencia
sino
viejas melodías
a
cuentas del Diferido?
Calla.
Los vientos conciernen
a
nuevas generaciones.
Ellas
serán tu reposo
Y
serán mi desmedida.
Yo
bebo de tus costados
y
mastico tu mirada.
No
tengo hambre ni sed
sino
de tus ofertorios.
Hay
un arado que cuida
el
árbol de tus mayores.
Hay
vetas inmerecidas
que
musitan equidades.
Mira,
las cosas que dices
la
visitación que callo.
Tengo
dioses olvidados
ciñéndome
la cintura.
Son
grillos domesticados
en
viñedos de Sulám.
*
* *
Grata guardiana de viñas
como
las viñas del rey,
no
guardé la que era mía
por
cuidar lo más querido.
De
andar segura tú misma
en
las huella del rebaño
pacen
tus cabritos juntos
a
los grises tabernáculos
de
los pastores.
Mi propio
manso
nardo ha propagado
su
fragancia matutina.
No
es de noche y sin embargo
la
noche hace su nido
en
los ojos que de ojos
tienen
deudas en los míos.
Tus
ojos son dos palomas.
Nuestros
cabrios son enebros,
nuestro
abrigo su follaje
el
azafrán nos acuna,
llamas
de tréboles hacen
mudeces
de tus costados.
Estoy
enferma de amor…
Puestas bajo juramento,
hijas
de Jerusalén,
por
las gacelas del prado,
por
las ciervas parturientas,
no
despierten mis amores
ni
sus primicias sonámbulas.
Oh
paloma bella mía,
en
los peñascos ocultos,
en
los retiros del alba
y
del camino escarpado,
muéstrame
tu forma, déjame
oír
tu voz, pues tu voz
es
placentera y tu forma
es
grata al mirar del alba.
El
es pastor pertinente.
pastorea
entre los lirios.
Déjame
ir por aquello
que
mi alma ha convidado
a
visitar los cuidados
de
la mies que nos ampara.
*
* *
Los guardia de la ciudad
se
burlaron de mi modo
de
preguntar por el hombre
al
que busqué por la noche.
Los
guardianes de la ley
del
rey que todo lo sabe
levantaron
mis vestidos
en
pos de mi desnudez.
Me
lastimaron. Rieron
y
temerosos de mí
y
mi pasión por mi amado.
dejaron
que me marchara.
*
* *
La
más bella de las hijas
de
Sulám, déjate ver,
para
deleite de mil
mujeres
que son tu sombra.
Bella,
innombrable, regresa,
deja
que te contemplemos.
Miren,
parece una flor
desconocida
en el valle.
Quédate
por un instante
para
que nos deleitemos
en
tu forma y en la luz
que
te ha hecho su cuidado.
*
* *
No llamen a la que amo
sendero
de las palabras
porque
mi cantar deduce
elogios
de las palabras.
En
una copa de sol
cabe
la vid de tus labios.
En
esa copa te hallé
niña
de mis soledades.
La
noche cerró de pronto
su
red de peces insomnes
para
darme de sus ojos
los
ríos con que te miro.
No
me aturdan los elogios
que
no vienen del amado,
no
me aturdan los enojos
de
aquel que sueña conmigo,
cuando
camina en mis sueños
un
pastor reconfortado.
*
* *
No te vayas, Sulamita.
Déjanos
verte…
Qué es esto
que
sube desde el desierto
como
columna de humo
de
olíbano Y de mirra
perfumado.
Mírame,
tu
cuello es como la torre
que
David edificara
en
las sábanas del viento.
Tus
pechos son mansas crías,
las
gemelas delicadas
de
las gacelas salvajes.
Dígnate
venir amada
desde
los montes azules,
desde
albergue de leopardos
y
leones sigilosos.
Rebalsas
mi corazón
con
la miel de tu mirada.
Oh,
hermana, novia mía,
es
un manantial callado
tu
piel. Es un paraíso
Desgranado.
Despierta
viento
del norte, penetra
viento
del sur, agitado.
Ábreme,
hermana mía,
paloma,
inculpable mía.
Lleno
de roció traigo
mis
guedejas demorada
en
las gotas de la noche,
en
los timbales del viento.
Estoy
desnuda en el lecho
donde
te buscan mis sueños.
Ábreme
la puerta y toma
los
recaudos de la noche.
Mi
amado rozó sus dedos
en
la intriga de mi puerta
Como
señuelos incógnitos
bajo
faldas delicadas.
Al
salir de su cuidado
la
noche me dio su escudo
como
caución del amado
que
se marchara a sus dudas.
*
* *
Amada, eres hermosa.
Por
ti mis noches son dientes,
espuma
de loberías.
Si
por amor prodigara
cuánto
tengo y cuánto soy
maldeciría
mi madre,
mis
hermanos me odiarían.
Amada
eres hermosa.
El
sol maduró sus pétalos
en
tu piel y sus celajes.
Mírame
pasar soñando
por
atajo del silencio.
Hasta
el más débil cordero
es más lucido y más cuerdo
que
su pastor cuando toma
por
condición tu pastura.
No
se si mi oriente es lobo
o
mi poniente redil.
Mi
honda lanza a lo lejos
la
soledad, pero vuelve
munida
de tu mirada
como
de dos serafines.
Amada,
eres hermosa.
Si
yo todo lo brindara
a
cambio d tus amores
maldeciría
mi madre,
mis
hermanos me odiarían.
*
* *
¿A dónde vas que ya es tarde
y
en el pontón de los sueños
salteadores
de caminos
esperan
en los atajos?
Hay
guardias entumecidos
velando
miedos seniles.
¿A
dónde vas que las lanzas
andan
buscando con brío
el
interior de una luna
llenas
de aves cautivas?
*
* *
El aposento del rey
tiene
luz y su porfía
dicta
al escriba en susurros
palabras
de doble filo.
*
* *
Quédate a mecer tus labios
como
pesebre en los míos.
Hay
un sendero en las viñas
del
rey que no son de zorras.
Hay
otra que vuelve al alba
y
la esquivan los pastores.
Jadeos
de amor deducen
los
cielos de tus delicias
Ora
en mi cuerpo, tu voz
es
la ración del silencio.
Átame
con tus caricias
a
la soledad del búho.
La
vi como el gadareno
verá
la piara en su día,
pero
me vio como ven
aquellos
de la ordalía.
No
es de noche y sin embargo
la
noche nos convalida
anclas de nuevas edades,
profundas
como sus notas.
En
el arca de su modo
el
arca de sus edades
labra
cenizas que tienen
su
rigor por condominio.
*
* *
Tus labios son las raíces
de
mis labios convidados.
¿Por
qué tus labios difunden
raíces
en su sendero?.
Te
amo como se ama
la
verdad ensimismada.
Mi
cuerpo guarda verdades
que
desmienten su mesura.
Sus
amores son rasguidos
del
arpa bajo la lluvia.
Tu
amor me viste de aromas.
Deducen
sueños tus labios
cuando
son impertinentes
al
dorso de los espejos
de
mis labios madurados.
Calla,
que la noche oye.
Te
consentirá las cosas
que
mi cuerpo se porfía.
Te
quiero mi amor, te quiero,
más
allá de las palabras.
Y
yo te quiero sin mí
más
acá de las palabras.
Besa
mi cuerpo en tu cuerpo
como
si a nacer vinieras.
Yo
besaré cada templo
que
nace de tus heridas.
Amor
mio, si te beso
tus
besos son palaciegos,
ocultos,
por si mañana
por
ellos, alisten lanzas.
Te
matarán en mis brazos
amor
de todos mis días.
Te
esconderé en lo más hondo
de
mi cuerpo y gritaré
que
sólo eres un niño
sembrado
en mis entrañas,
y
yo por niña seré
mendiga
de tus edades.
Te
quiero como se quiere
manzanas
encrucijadas.
Deduzco
lo que no se
pero
un mar de lo que adulas
me
conduce a los aromos
de
manzanas convidadas.
Yo
sufro cuando no estás,
rehén
de todos mis besos.
Me
robas cuando no estás.
¿Me
hablas de desamores?
Te
hablo de lo que debo
en
este amor regalado.
No
hables de regalado,
que
no soy la convidada
de
los que encordan su miel
para
ser más visitadas,
la
que se vende y se paga
según
lo que el trueque engaña.
Me
río y un beso cumple
lo
que sabe una sonrisa.
Tus
labios son nombradío
de
naves que van conmigo.
Amor,
calla por favor.
Me
duelo mucho de amor.
Estoy
enferma de ti
y
quiero que me demudes.
Tus
besos son desnudez
y
soledad contemplada.
No
me duermo, y si despierta
luego
de no haber dormido,
te respondo con mis sueños
será
por lo que te sueño.
Amada,
que lo que dices
me
tomarán de rehén.
Átame,
toma mi cuerpo
como
viñedos de lágrimas.
Embriágate
de mi sed,
luz
que a la luz desespera.
Estoy
enferma de adioses
que
no son de nuestros lares.
Estoy
enferma de amores
que,
sí, son de tus viñales.
Cada
uno es un débito
que
te convida mi cuerpo.
Lo
se, por eso me embriago
en
el convite y me duermo.
No
te duermas que la noche
denuncia
salmos de amores.
La
primavera me ha hecho
belfos
de la madrugada.
Tengo
sed de tus amores
y
me despierto en el nudo
en
que al dormirte me buscas
en
sueños de noche adrede.
Estoy
enferma de amor.
Te
beso porque te beso.
Tu
cuerpo es un campo lleno
de
las tiendas de mis besos.
No
seas como las viñas
que
descienden al silencio.
Dame
tu sol como el rito
de
palomas deshojadas.
Te
beso y me voy conmigo,
convidado
de la noche…
No
te vayas. Esta noche
esconderá
su espejos
en
las dunas de mi cuerpo
aullidos
de loberías.
Amor
mío…
No lo digas.
…quiero
vivir en tus lirios.
Anoche
soñé que Dios
desistía
de si mismo
para
ser el cuerpo aleve
que
me dio por ordalía.
Mi
cuerpo es el osario
de
mis vivos y mis muertos.
El
dios de tus otredades
pernocta
lejos de aquí.
Era
un sueño desigual,
aquel
sueño donde debo
haber
perdido los ojos
en
búsqueda de mi amado.
Pastorea
mis recuerdos
y
no hallarás un sendero
que
no conozca en la noche
el
sendero de tu casa.
Mi
Dios se durmió de mí
para
darme su reposo.
Son
fragancias de pastores
aromas
de mis amores.
Que
de cosas imprevistas
lo
que veo y lo que se
cuando
no se lo que veo
ni
se lo que me delata.
Te
delatan los silencios
que
te hacen mis preguntas.
Tus
senos son dos preguntas
y
sus pezones, respuestas.
Tu
sexo, una sola nota.
Y
Dios, si es que te visita,
es
espejo entre nosotros.
Te
amo de un modo avaro
y
quisiera ser avara…
No
dudo de tu avaricia
y
me apaciguo en su don.
Que
soy un salmo en la noche
de
todas las avaricias.
Te
beso y me voy conmigo
como
quien muere de amor.
Quiero
morir esta noche.
*
* *
Cáliz de ritos antiguos
pronuncian
nuevas edades,
añeja
bajo tu lengua
el
lagar de las delicias.
Penitencia
de la luz
deduce lo que callando
hace
de lo conferido
espuma
de tu albedrio.
Veme
cauta y sosegada
el
que vi, ya cautelado,
el
que me vio sin intrigas
cuando
hube de ser vista.
*
* *
Legitima mordedura
del
madero de la culpa
sangra
siempre de costado
si
me desposa tu sombra.
Por
verte mi rostro cesa
de
ser tu espejo, por verte
lenguas
del sueño te cercan
con
su red incandescente.
El
silencio nos anuda
a
transparencias visibles.
Siento
que mi voz se acoda
en
la voz de tu silencio.
*
* *
Dolo de la transparencia
las
tórtolas de tu cuerpo.
No
me canso de ser sueño
de
la canción del amado.
Tengo
tu sed en las manos
como
un cuchillo de arena.
*
* *
El Jordán pasa sumando
a
los cuerpos convidados
limo
y espuma que nutren
eriales
fertilizados.
sus
espumas a los cuerpos.
*
* *
Ayer hablé con mis labios
con tus labios por sigilo
y supe lo que no alcanzo
a decirte con mis besos…
No llores por los excesos
que te parecen exiguos
si mis labios develados
son plumones desvelados.
Escucha, oigo en mi vientre
silencios apresurados.
Son los hijos que mañana
escribirán lo que callas.
. . .
Un
fermento de luceros
hace
mosto de sus dados.
. . .
Fin
de El Cantar de los Cantares, versión libre de Nahuél Ceró.
Buenos Aires,
Argentina, Octubre de 2012.-
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